Cuando te encuentras ante una disyuntiva y tomas el camino más fácil, el que no causa conflicto, el que te requiere menos esfuerzo. Cuando dejas para mañana lo que podrías hacer hoy, y te consuelas pensando que así tendrás más tiempo para postergar, cuando sabes que tienes que hacer algo, pero dudas de hacerlo por temor al conflicto, contigo mismo, con el mundo, con la vida. Cuando el mañana nunca llega, el monstruo de la complacencia está cerca, muy cerca.
Cuando resumes tus temores en el destino, atribuyes al universo tu sufrimiento, validas con oraciones tu pesar, y te pones un manto blanco en la cabeza y respiras el aroma del incienso y piensas que así todo estará bien, aunque no lo esté. Cuando la pereza te invade y a todo dices que sí, o que no, según el caso para que nada te reclame, nada te atribule, nada te cuestione. Cuando sabes que puedes pero sabes que “no es el momento”, el monstruo de la complacencia ya vive dentro de tu armario.
Cuando tu sueño, se queda en sueño y no tomas acción, cuando dejas pasar la vida, con tal de no contradecirla, cuando pateas las acciones de la agenda, esperas que llegue el momento preciso aunque sabes que nunca llegará, cuando dices: “la próxima vez, si” “avísame al siguiente”, “despiértame en una hora”, “mañana lo hablamos”. Cuando con tal de no pelear, peleas con tu ambición, cuando con tal de no correr el riesgo, le corres a la vida…. tú eres el monstruo de la complacencia.
Del muro del Doc Wise.